La semana pasada se disputaron en Italia los Campeonatos del Mundo de Ciclismo. La selección española élite tenía el mejor equipo, más experimentado y en la mejor forma posible, sumado a un escenario propicio, para escaladores con muchísima potencia para lograr alzarse con el oro. No pudo ser, finalmente nos tuvimos que conformar con la plata de Joaquím Rodríguez y el bronce de Alejandro Valverde.
La carrera fue perfecta, tal y como tenían que hacerlo. Italia quiso controlar la carrera y salvo un pequeño susto en el que España se vio sin representación en un grupo de unas 30 unidades, los españoles brillaron. Fue a falta de 2 vueltas cuando Jonathan Castroviejo enfiló el pequeño pelotón, que tras muchas caídas y averías, se había mermado. En la última vuelta las 2 grandes bazas españolas, no fallaron. Lo de Joaquím fue espectacular, nos hizo vibrar como en sus mejores tardes, arrancando una y otra vez hasta que logró abrir hueco. Nibali venía mermado por 2 caídas, pero el "El Tiburón" sabía que tenía que tirar, estaba obligado a tirar. Alejandro, lugarteniente de "Purito" y un Rui Costa, que es infalible. Nibali dio caza a Joaquím y éste volvió a arrancar. Momento clave de la carrera.
Alejandro sólo tenía que frenar a Vincenzo y Rui, quizá el murciano se confió y pensó que Rui iba vacío, que con controlar a Nibali era suficiente. Pero el luso, muy inteligente, decidió jugársela, y vaya si le salió bien. Cazó a Joaquím a 300 metros de meta ya con las piernas vacías, y pese a ésto, el catalán todavía se supo defender en un "ajustado" sprint. Valverde ganaría el sprint a Nibali.
No voy a entrar en si Valverde se equivocó o no, la carrera fue dura, muy dura. Es posible que no tuviese piernas o es posible que se equivocase, sin más. No veo la necesidad de tachar a Valverde de "mal corredor" o "mal compañero", cuando durante más de una década lleva demostrando lo contrario. España ha quedado dolida ya no por el hecho de la "pérdida" del oro, sino por ver a un Joaquím que nos ha brindado uno de los mejores espectáculos de su carrera deportiva, hundido en el podium.
El resto de categorías, en la línea de siempre. Todo apuntaba a un muy buen puesto de Rubén Fernández, flamante ganador del Tour del Porvenir, pero finalmente los sub-23 fallaron todos. Igual que los juniors y las mujeres, tanto en CRI como en línea.
Mención especial al que dicen que es uno de los mayores portentos que han visto encima de una bicicleta, el esloveno Matej Mohoric. El año pasado se proclamó Campeón del Mundo en su segundo año de juvenil, y este año y con tan sólo 18 años, Campeón del Mundo Sub-23. Algunos dicen que es el relevo generacional del gran Peter Sagan, pese a que éste es aún joven. Otros profesionales dicen que será el mejor corredor del mundo en unos años. De momento, Matej Mohoric lleva una carrera impresionante.


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